Somos UdeC: Tres funcionarios de la Dise rememoran los hitos de sus 30 y 25 años de servicio

Dedicar toda una vida a una misma organización parece algo poco cercano para las generaciones más actuales. Lejos de aquello están  los relatos que siguen, ya que José Antonio Cortés Flores, Iván Badilla Guiñez y Enrique Toledo Medina (en orden en la fotografía de izquierda a derecha) este jueves 20 de mayo celebraron y también fueron reconocidos por sus 30 y 25 años de labor y compromiso en la Dirección de Servicios Estudiantiles (Dise) de la Universidad de Concepción, camino que ha sido de siembra constante y cosecha generosa. La ceremonia se realizó vía Teams, a las 11:00 horas.

“He sido un afortunado en mi vida”

El año 1981, el actual jefe de la Unidad de Actividades Extraprogramáticas, José Antonio Cortés Flores (62) llegó a acompañar a un amigo al ensayo del Conjunto de Danzas Latinoamericanas de la Universidad de Concepción y no salió más. La directora de ese entonces le invitó a formar parte del elenco como reemplazo de un integrante que a último momento no pudo participar y quedó encantado. “La directora creyó que tenía capacidades, a pesar de que nunca había tomado clases, así que aprendí cuatro bailes para una presentación. Fue tan emocionante ese momento con el público, que a la semana siguiente renuncié a mi trabajo en la empresa de vapores en la que estaba para dedicarme cien por ciento al conjunto”.  

Seis años más tarde, después de una ascendente carrera al interior de los cursos extraprogramáticos de Servicios Estudiantiles, el año 1987, José Antonio Cortés asumió la dirección del Ballet Folklórico hasta la actualidad. Desde ese entonces, han pasado ya 30 años en los que se ha dedicado por completo al trabajo de la danza al interior de la universidad, tanto con el ballet como en el desarrollo de los cursos.

“El año 91 colgué las zapatillas y seguí solo en la dirección, donde continué aprendiendo y volcando todo mi tiempo a potenciar a la agrupación. Uno de los recuerdos que más atesoro fue la preparación del “Año nuevo en el Barrio” el 97. Se transmitió por el canal de Valparaíso y también por TVU, con tanto éxito, que al año siguiente nos invitaron a la Gala de la Asociación Nacional de Folklor para participar en un homenaje a Violeta Parra. Preparamos el montaje y nos fuimos, fue maravilloso. Teníamos el Teatro Municipal lleno de gente, aplaudiéndonos de pie. Sin duda es uno de los recuerdos más bonitos que tengo, porque proyectó al ballet fuera de la ciudad y cimentó lo que es hoy”.

Desde el punto de vista emocional de su labor en la UdeC, el director se declara un privilegiado. “Tengo la fortuna de poder trabajar en lo que me gusta, de seguir aprendiendo y de disfrutar de la recompensa que te da el público con sus aplausos. Doy gracias a Dios por haberme dado la valentía para tomar la decisión de dejar mi trabajo en la naviera para entrar a la universidad. Realmente me siento afortunado”.  

“Soy un agradecido de la universidad”

Por las paredes del hogar universitario Rengo, han pasado cientos de jóvenes estudiantes provenientes de distintos lugares de Chile, y desde el año 1991 que Iván Badilla Guiñez (56) no solo se dedica a mantener esta casa en perfectas condiciones para ellos, sino que también les entrega compañía, afecto y cuidado.

Con un profundo sentido del deber, el auxiliar egresado de agente de ventas con mención en comercio exterior del Liceo Comercial B-22 de Las Salinas, comenta que estos 30 años a cargo del hogar -administrado por la Dirección de Servicios Estudiantiles- además de darle una completa estabilidad laboral, le han entregado diversas experiencias de aprendizaje en la relación que día a día ha desarrollado con los alumnos de distintas generaciones. “La universidad me ha preparado en cursos de gasfitería, de primeros auxilios, de electricidad y varios más, pero sin duda lo que más se valora es el vínculo que se forma con los jóvenes que entran al hogar. Yo soy el encargado de tener la casa funcionando para que ellos puedan estudiar lo mejor posible, pero también he sido un segundo padre para muchos de ellos”.

Y es que para aquellos estudiantes que llegan de zonas extremas o enfrentan situaciones difíciles, contar con un apoyo cotidiano como el que les brinda Iván Badilla, es invaluable. “Ha pasado que muchos no se sienten capaces de seguir o quieren desertar de sus carreras porque extrañan a sus familias, pero ahí está uno para levantarles el ánimo, ofrecerles una palabra, un consejo y que sientan que no están solos”.

El hogar Rengo es el más pequeño de la universidad y queda en pleno centro, ubicación ideal para que ex alumnos que se titularon, se fueron de la ciudad y que luego vuelven por vacaciones o de visita, pasen a saludar a quien le brindó cuidado y afecto. “Varios son los que a los años después pasan a verme para recordar el lugar donde vivieron y para agradecerme. Realmente es emocionante verlos realizados, con sus familias y con buenos empleos. Por todo esto yo soy un agradecido de la universidad, ya que no solo me ha dado un trabajo estable y digno por 30 años, sino que también me ha permitido vincularme con los estudiantes, aprender y forjar lazos que nunca más se olvidan”.

“He obtenido herramientas para surgir como persona”

Enrique Toledo Medina (60) conoce el tercer piso de la Dirección de Servicios Estudiantiles como la palma de su mano. También conoce perfecto, casi a modo predictivo, las preguntas que los y las estudiantes, sobre todo los nuevos y nuevas, le hacen cuando lo ven transitando por los pasillos. “Uno tiene el deber de orientarlos, porque llegan un poco perdidos, preguntando todo, entonces manejo las funciones de cada una de las personas que trabaja en el área de administración”, comenta.

Comenzó trabajando el año 1996 en “El Ombligo” y desde ese entonces ha estado vinculado con la Dise. Según relata, su viaje por la dirección no ha dejado nada más que buenas experiencias. “Cuando llegué a la universidad me cambió todo, no solo desde el punto de vista económico, sino también porque ahora tengo herramientas que me han permitido surgir como persona. Me dio estabilidad emocional y la posibilidad de que mis dos hijas pudieran entrar a la educación superior. La mayor es titulada de la universidad, de la carrera de Contador Auditor, y me siento tremendamente orgulloso de ambas y de mí mismo, porque gracias a mi esfuerzo ellas han podido estudiar”.

Para él, confiesa, la universidad ha sido todo. Le ha dado la posibilidad de relacionarse no solo con el personal, sino también con los y las estudiantes. “Yo me sé todo el campus, entonces lo que preguntan, nosotros lo sabemos. Los chiquillos y chiquillas agradecen que uno les ayude”.

Fecha: 
Jueves, Mayo 20, 2021 - 05:15